Nuevamente se pone sobre el
tapete este espinoso tema en nuestro querido, respetado y siempre recordado
congreso de la república, hoy en manos
de la comisión primera del senado, votaran el proyecto de ley que busca
reglamentar la sentencia C-239 de 1997, que tuvo ponencia del exmagistrado
Carlos Gaviria. Estos debates con ingredientes morales han sido muy complicados
ya que existen posiciones con diferencias abismales e indisolubles.
Lo que más pesa indudablemente es
la injerencia religiosa en nuestros queridos y honorables padres de la patria
quienes por estar bajo el yugo de la ignorancia y la superstición se aferran al
dictado de que la vida es sagrada y solo dios puede decidir sobre ella. Bajo
esta triste y dolorosa perspectiva los colombianos debemos someternos a un posible tormento
dizque por defender la vida en el caso de una enfermedad terminal o situación
de salud que nos deje en condiciones indignas de ser vividas. Pero no, personalmente
espero arder en los mismísimos infiernos en el hipotético caso de que este
existiera tal diabólico lugar, a vivir unas semanas, o meses o años atado a un sinfín
de procedimientos desgastantes para el paciente o acompañantes, a vivir un
infierno gastando el dinero que tal vez no tengamos, a colocar en situación
emocional controversial a algún familiar o conocido que se compadezca del pobre
infeliz que esta vivo pero no puede vivir y que con el tiempo llegará el cansancio,
el desespero, el agotamiento, un final desgraciado para muchas más personas.
Eso no es justo bajo ningún punto de vista ni médico, ni humano, ni económico, ni
familiar ni nada.
En mi caso personal aprobada o
no, regulada o no, en mi vida mando yo, desde ya estoy esperando la muerte, no
le temo, solo la espero, pero mientras la espero quiero vivir tranquilo,
rodeado del aire que oxigena mi ser, del sol que me calienta, de la lluvia que
me refresca, de la mañana que me recuerda que tengo otra oportunidad, disfrutando la caricia
del viento y la mirada profunda e inesperada
de los perros, mis perros pues todos llevan consigo un imán que me hace
mirarlos, a veces compadecerlos, a veces
envidiarlos y a veces admirarlos. La vida es contradictoria constantemente,
entonces pienso en la muerte como la liberación anhelada de este maldito
infierno de locos transeúntes que vienen y van sin control de sus miserables
vidas, pues son otros los que controlan absolutamente todo y lo peor es que
todos somos cómplices de tamaña realidad.
En fin señores del congreso, me
importa un culo su decisión yo la mía la he tomado hace algún tiempo y quiero
morir como los valientes, como los poetas que se han pegado un tiro y se
marcharon dejando un mensaje, muy pero
muy clarito, en mi vida me cago yo, en la sociedad todos, en especial ustedes
señores del congreso los que menos moral tienen, en especial aquellos que dicen
trabajar por el bien de la patria jurando sobre un libro inventado por otros tan
locos e inmorales como ustedes.
La vida es hermosa y es muy
placentero poder entenderla o al menos tratar de entenderla, ese ha sido uno de
mis objetivos desde hace algún tiempo, trabajo preservando condiciones de vida
digna para unos bellos pacientes generalmente de cuatro patas y he tenido que silenciar muchos ladridos y
maullidos ya. La eutanasia en algunos
casos es necesaria y debe ser reglamentada ya.